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Lepidolita: Historia, Origen, Composición, Virtudes, Significado y Recarga de la piedra
La Lepidolita es una piedra de la familia de las micas que no tiene género definido y puede utilizarse en formas masculinas y/o femeninas. La piedra ofrece tiernas mezclas de colores que van del violeta al rosa, pasando por el gris e incluso el blanco, creando mezclas de colores únicas. La lepidolita se utiliza a menudo en litoterapia por sus propiedades calmantes y antiestrés.
Historia de la Lepidolita
La palabra "Lepidolita" proviene del griego antiguo "lepis" que significa "escama" y "lithos" que significa "piedra", lo que literalmente significa "piedra escamosa". Por desgracia, poco se sabe de la piedra Lepidolita.
Se dice que un geólogo alemán llamado Nicolaus Poda von Neuhaus propuso varios nombres para la lepidolita. Propuso llamar a la piedra "lilantita" o "lilalita" en referencia a su color lila. Fue el mineralogista alemán Carl Friedrich August Rammelsberg quien propuso el nombre de "Lepidolita" en 1861, que fue reconocido y aceptado. Tenga en cuenta que esta piedra no tiene género definido, y puede describirse como femenina o masculina.
Origen y composición de la Lepidolita
La piedra Lepidolita pertenece a la familia de los Silicatos, más concretamente a la categoría de las Micas. Se compone principalmente de potasio, litio y aluminio, con la fórmula química K(Li,Al)3(Si,Al)4O10(F,OH)2. También presenta inclusiones de hierro, magnesio, flúor e hidroxilo. La densidad de la piedra varía entre 2,8 y 3,2.
La piedra se forma principalmente en rocas metamórficas ricas en litio y pegmatitas. Los colores de la lepidolita varían en función de las condiciones de formación, como la presión, la temperatura y la composición química del fluido hidrotermal, y de su composición química, como el litio, el manganeso, el cesio o el cromo. Ocasionalmente, se incorporan inclusiones minerales a la Lepidolita, como en el caso de la turmalina Lepidolita.
Origen de la Lepidolita
La Lepidolita se encuentra en todo el mundo, pero sus principales yacimientos se encuentran en Brasil, Estados Unidos, Canadá, Zimbabue, Rusia y Australia.
La dureza de la lepidolita oscila entre 2,5 y 4 en la escala de Mohs.

Propiedades e importancia de la Lepidolita
La Lepidolita es una piedra de serenidad y apertura de corazón.
La lepidolita en litoterapia
En el plano físico, la Lepidolita posee numerosas virtudes, entre las que destacan la mejora del sueño y el refuerzo del sistema inmunitario para una mejor protección. Además, la piedra reduce los dolores de cabeza, el estrés, la ansiedad y todas las emociones negativas; pero no sólo eso, también alivia los dolores musculares y las inflamaciones.
En el plano psíquico, la Lepidolita favorece la apertura emocional, la estabilidad afectiva y la autoaceptación. No sólo eso, la piedra fomenta la reflexión, la inspiración y la creatividad, al tiempo que estimula la imaginación, la confianza y la autoestima. Sobre todo, aporta beneficios calmantes como la relajación, fomentando la paz interior y reforzando las emociones positivas.
Tenga en cuenta que la litoterapia no sustituye a los tratamientos o conocimientos médicos.
Significado de la Lepidolita
La piedra natural Lepidolita simboliza la paz y la espiritualidad.
Se asocia con el chakra del corazón para amplificar la apertura emocional y, sobre todo, las emociones positivas como el amor y la empatía. La lepidolita también está vinculada al chakra de la coronilla, que potencia la conexión mente-cuerpo y la confianza en uno mismo. Por último, la piedra está vinculada al chakra del tercer ojo, que fomenta la creatividad, la imaginación y, sobre todo, la intuición.
La lepidolita está estrechamente vinculada a los signos astrológicos de Acuario, Sagitario y Capricornio.
Cuidado, purificación y recarga de la Lepidolita
Para cuidar sus piedras de Lepidolita, lo mejor es limpiarlas con agua tibia y un jabón suave para eliminar cualquier resto de suciedad y, a continuación, secarlas con un paño suave. A continuación, purifique su piedra con agua destilada durante varias horas, o colóquela junto a un racimo de cuarzo. Por último, recárgala con luz solar.